Esta leyenda proviene de la tradición oral de los pueblos de la Vega Baja del Segura dónde se cuenta que una dama encantada aparece cada cien años para que un guerrero la libere de su encantamiento. Para ello deberá luchar contra los animales fantásticos que la custodian y bañar sus pies en las aguas del Segura, despertándola así del sueño eterno. Será el arqueólogo Enrique Llobregat, quien a raíz de las excavaciones de la necrópolis de Cabezo Lucero, lanzará la hipótesis de que al imaginario de esta leyenda se pueden asociar las esculturas que aparecen en la excavación, así como a algunos elementos del ritual funerario ibérico : el fuego, el agua, la vida y la muerte, formarían parte de ese ciclo de la vida, tan característico de la cultura ibérica.